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La brecha tecnológica y América Latina


“Se pierden millones de dólares por atraso tecnológico”, es una frase que utilizó Martin Hilbert, un especialista alemán de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), muy descriptiva para lo que está sucediendo en esta región con respecto al atraso tecnológico que se está padeciendo en comparación con los países desarrollados.

En realidad, mi intención no es hacer hincapié tanto en las declaraciones del señor alemán, sino más bien referirme a nuestra realidad cotidiana. En todos los contextos de nuestras vidas somos testigos de esta diferencia que existe entre el llamado primer mundo y el nuestro. Desde aquello que está al alcance de nuestras manos (o mejor dicho no está a nuestro alcance) en nuestro hogar o en nuestro trabajo como también en otros ámbitos, por ejemplo el gubernamental.

La cuestión de que esta brecha tecnológica, como le suelen decir, cada vez esté más amplia tiene que ver básicamente con el tema económico y el retraso que esto implica en el mercado. Nada nuevo, por supuesto.

Esto genera por un lado que las nuevas tecnologías, los últimos dispositivos y todo lo que va apareciendo, no llegue a estas tierras pasado bastante tiempo desde que está en el mercado europeo o norteamericano. Digamos que cuando allá ya están generándose nuevas tendencias. Siempre un paso atrás (o más bien varios pasos atrás) que las otras regiones.

Y claro, el mercado de consumo en estas tierras es mucho menos rentable. Pensemos que en esta región sólo el 3% de los habitantes tiene banda ancha en los hogares y sólo un 15% computadoras personales. Así que, por un lado, la incapacidad económica que tiene el usuario de poder adquirir las nuevas tecnologías, pero también por otro lado la falta de una cultura y una educación que encamine el consumo de la tecnología hacia una valoración que la vea realmente como una solución a muchos problemas y no sólo como una tendencia del momento, lo que lleva a una mirada simplista de considerar “tecnología” el simple hecho de tener un celular modernito.

Pero esto no sólo tiene que ver con nosotros, simples usuarios, ni con las pequeñas y medianas empresas, si nos referimos al ámbito laboral, que son las que más sufren el retraso en el sector empresarial. Tiene que ver también con lo que sucede en los espacios gubernamentales: la digitalización y la tecnología de la información representan tan sólo el 10% del PBI de las naciones latinoamericanas, mientras que en los países desarrollados esta cifra asciende al 50% aproximadamente. Vaya si hay diferencia. Por algo será que cada uno está como está.

Por supuesto que no es fácil revertir esta situación cuando hay también otras prioridades, como los millones de personas que están padeciendo la desnutrición, la falta de viviendas y/o de trabajo, y todas las demás carencias básicas que lamentablemente tienen gran parte de los habitantes de América Latina.

Y tampoco va a ser fácil cuando en la distribución del lugar que le correspondía a cada región a nivel internacional, a esta parte del continente le tocó estar entre los llamados países subdesarrollados, dependientes de las decisiones y los humores de los países desarrollados y sus señores capitalistas, siempre encasillados como mercados emergentes. Por supuesto que la respuesta a este dilema no va a llegar sólo por nuestra parte sino que el que verdaderamente tiene que tomar cartas en el asunto es el Estado. Hasta que eso no suceda, la brecha tecnológica seguirá ampliándose cada vez más.



Por Analía Lanzillotta, el 25/10/2007.

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